Cuando El Saler volvió al pueblo

La campaña de 'Las Provincias' contra la urbanización de la Dehesa

José Saborit. Aproximación a la Albufera. Invierno, 2000

Hace ahora 25 años, el lago de la Albufera y la Dehesa de El Saler se convirtieron en el primer Parque Natural valenciano. Con esta declaración se protegían dos espacios situados a pocos kilómetros de la ciudad de Valencia caracterizados por una gran riqueza y complejidad desde el punto de vista de la biodiversidad. Unos años antes, durante la primera mitad de la década de los setenta, la movilización ciudadana y especialmente una campaña mediática organizada desde el diario Las Provincias habían salvado este paraje singular de una megaurbanización proyectada.

«Entre 1973 y 1974, el periódico dedicó una amplia cobertura al tema, posicionándose abiertamente en contra y convirtiéndose en un fuerte elemento de presión del consistorio valenciano»

Una urbanización en primera línea de playa

A finales de los años sesenta, coincidiendo con el boom turístico, el Ayuntamiento de Valencia aprobó un plan urbanístico en el paraje natural de la Dehesa de El Saler que significaba la urbanización de más de 800 hectáreas de bosque. Este plan tenía previsto convertir el bosque de la Dehesa en una gran urbanización dotada de servicios y zonas comunes. En total había proyectados 24 hoteles y 12 apartahoteles, 56 torres con 2.250 apartamentos, nueve poblados costeros, una zona popular para 100.000 personas, un campo de golf, un puerto deportivo, un parador nacional y un hipódromo.

La Dehesa de El Saler está compuesta por un cordón dunar a la orilla del mar y por un cordón dunar interior donde se ha desarrollado el estrato arbóreo de pino gracias a la acción protectora de las primeras dunas. En medio de estos dos grandes conjuntos encontramos una amplia zona deprimida, con una vegetación formada por juncos y plantas crasas, y la aparición de áreas pantanosas. Llevar a cabo la urbanización habría significado muy probablemente el fin de todo este complejo ecosistema, íntimamente ligado al lago de la Albufera. Pero en la mentalidad de la época, quizás no tan diferente de la actual, este espacio privilegiado ofrecía muchas posibilidades económicas y turísticas. No se entendía que la naturaleza tuviera un valor en sí misma.

Plano del proyecto de urbanización en la Dehesa de El Saler

Plano del proyecto de urbanización en la Dehesa de El Saler. Tal y como se puede apreciar, estaba planificado construir prácticamente en la totalidad de la superficie. / AEORMA

Las primeras reacciones contrarias a esta urbanización surgieron a principios de los setenta, de la mano de naturalistas como Félix Rodríguez de la Fuente o biólogos valencianos como Ignacio Docavo. Pero en aquel momento la prensa no apoyó la opinión de los científicos, y se posicionó en el bando del Ayuntamiento. Así lo vemos en este editorial de Las Provincias de 1970:

Más probable es que los valencianos piensen que la labor que se impone sea la de conciliar objetivos que parecen antagónicos los unos de los otros, y quizá no lo sean ni poco, ni mucho: que coexistan la urbanización, tan necesaria; la explotación turística, tan deseable; el disfrute popular, tan justo; el esplendor del bosque, tan esencial y tan intangible; el respeto, en fin, a la fauna, tan aconsejable.

Pero donde se dice fauna, léase la fauna que ni dañe, ni estorbe, ni prevalezca sobre los restantes fines. […]

Esto, nos parece, es una verdad como la copa de un pino, como la copa de uno de esos pinos que queremos que crezcan y medren en el hermoso paisaje de nuestra Dehesa.

Editorial «Como la copa de un pino». Las Provincias, 22 de agosto de 1970.

Es decir, conservar la naturaleza sí, pero mientras esta no molestara para la construcción de la urbanización ni la explotación turística de la Dehesa. Tendríamos que esperar unos años a que la polémica tomara dimensiones ciudadanas y mediáticas, más allá de los círculos científicos. Así empezó uno de los primeros movimientos populares en defensa de un espacio natural, en un contexto en que los movimientos ecologistas comenzaban a organizarse en Europa. En el País Valenciano, la defensa de la Dehesa de El Saler sería la primera acción de la delegación de AEORMA (Asociación Española para la Ordenación del Medio Ambiente).

«A finales de los años sesenta, el Ayuntamiento de Valencia aprobó un plan urbanístico en el paraje natural de la Dehesa de El Saler que significaba la urbanización de más de 800 hectáreas de bosque»

Estas primeras movilizaciones ecologistas estuvieron acompañadas e impulsadas por el diario Las Provincias, que en aquellos momentos era el único periódico privado valenciano (el resto pertenecía a la cadena Prensa del Movimiento), y por tanto contaba con una relativa independencia. Entre 1973 y 1974, coincidiendo con la llegada a la subdireccón de María Consuelo Reyna, el rotativo dedicó una amplia cobertura a la urbanización, posicionándose abiertamente en contra y convirtiéndose en un fuerte elemento de presión al consistorio valenciano.

Las Provincias y los inicios de la información ambiental

El periodismo ambiental es una especialización relativamente reciente dentro de la comunicación de la ciencia. Su nacimiento coincide, como se podría esperar, con la aparición de los primeros grupos ecologistas. En Europa, y en el País Valenciano, esto tuvo lugar a principios de los setenta. Durante estos años, las cuestiones medioambientales empezaban a hacerse un hueco entre las preocupaciones ciudadanas. Es en este contexto en el que el diario Las Provincias inició su campaña.

Cartel con el lema de la exposición del Colegio de Arquitectos

Cartel con el lema de la exposición del Colegio de Arquitectos, «Datos para una decisión colectiva». La campaña El Saler per al poble significó una de las primeras luchas ciudadanas para salvar un espacio natural. / AEORMA

En la provincia de Valencia, Levante había sido el diario con más difusión durante la dictadura franquista, pero a finales de los sesenta Las Provincias comenzó a ganarle terreno hasta superarlo ya en los setenta. Así, su campaña para salvar El Saler tuvo un gran impacto, tanto por la intensidad como por la gran difusión del diario.

Entre 1973 y 1974, a partir de un reportaje en profundidad sobre la urbanización del periodista Francisco Pérez Puche, el periódico dedicó numerosos artículos, entrevistas, cartas al director y columnas a la cuestión de El Saler. En su gran mayoría se trataba de textos contrarios a la urbanización, aunque entre esta creciente concienciación en cuestiones ambientales aún encontramos opiniones que nos ayudan a comprender la falta de sensibilidad de la época:

Estoy seguro que la mayoría de los valencianos, cuando nos visite algún familiar o amigo de otra región española, nos apresuraremos a mostrar nuestro Saler con orgullo, precisamente por estar urbanizado, con fantásticas torres de apartamentos, hoteles de cinco estrellas, lagos artificiales, zonas deportivas, etc. Hoy lo único que podemos mostrar satisfechos son los Jardines del Real, pero no tanto si estos jardines fuesen tan naturales que para recorrerlos tuviésemos que enredarnos entre zarzales y no tuviésemos dónde sentarnos cómodamente, los niños correr libremente entre palomas o viendo el Zoo tomarnos un simple refresco en un buen restaurante. Es la opinión de un valenciano.

J. C. G., «Carta al director». Las Provincias, 6 de marzo de 1973.

No obstante, a pesar de que las cuestiones ambientales aún eran una asignatura pendiente, el cambio estaba llegando y poco a poco la percepción de la naturaleza iba cambiando en la sociedad. El mismo Pérez Puche lo veía claro y lo explicaba de esta manera en un artículo de opinión:

Un punto es evidente: las voces de alarma han comenzado a sonar con fuerza después del planteamiento de la urbanización, mientras que otras muchas voces, por los años 68 y 69, hablaban de la necesidad de un desarrollo turístico en el Saler. Ha sido en los últimos años, a raíz de la justificada conmoción mundial por los problemas de la contaminación y la ecología, de la destrucción de la naturaleza y el abuso urbanístico, cuando ha comenzado la reflexión sobre el Saler, de modo serio.

Francisco Pérez Puche, «La urbanización del Saler». Las Provincias, 9 de marzo de 1973.

El medio ambiente se estaba convirtiendo en una preocupación para la sociedad. No obstante, en la campaña en defensa de El Saler encontramos otros elementos que nos llevan a pensar que no solo se trataba de una cuestión ecológica, sino también de una defensa de lo público y una crítica encubierta a la dictadura. En unos años en que cualquier manifestación política estaba prohibida, el ecologismo se convertía en una de las pocas formas de plantar cara al régimen del general Franco. Así, entre las firmas que defendieron en Las Provincias El Saler u otra forma de plantear el urbanismo, encontramos muchos intelectuales y futuros políticos de la izquierda valenciana: Josep-Vicent Marqués, Damià Mollà, Vicent Soler o Trinidad Simó son algunos ejemplos.

«Las Provincias, a través de sus principales columnistas, consiguió paralizar lo que habría sido sin duda el final de la Dehesa y muy probablemente del lago de la Albufera»

Tras la campaña de El Saler, y de la entrada de estos nuevos colaboradores en el diario, se halla la subdirectora de Las Provincias, María Consuelo Reyna. Esta periodista, miembro de la familia propietaria del medio, había llegado al periódico un año antes y había propiciado una cierta apertura del medio hacia sectores progresistas y sociales. Una etapa que duraría hasta 1978 y que sería conocida como «la primavera de Las Provincias». A partir de la llegada de Reyna, el director formal continuará siendo José Ombuena, pero en la práctica será ella la que controlará el diario y marcará la línea informativa y editorial en una especie de ensayo de lo que desarrollará más tarde durante la Batalla de Valencia, convirtiéndose en una periodista de gran influencia en la política valenciana y que condicionará el desarrollo de la transición.

Pero durante la primera mitad de los setenta, Reyna se volcará con El Saler. Sus artículos de los días 9, 10 y 11 de mayo de 1973 marcarán un punto de inflexión en la línea del diario. Con ellos la periodista se posicionaba abiertamente contra la urbanización:

Es angustioso contemplar hacia dónde se dirige lo que en tiempos fuera el bosque natural más importante del Mediterráneo: pinos cortados, pinos muertos, edificios de muchas plantas –de demasiadas plantas– que se alzan desafiando y destrozando el paisaje.

María Consuelo Reyna, «La «repoblación forestal» del Saler». Las Provincias, 9 de mayo de 1973.

De la mano de Reyna llegaría también Josep-Vicent Marqués al diario. Con motivo de su informe sociológico sobre la urbanización, Marqués inició una colaboración en verano de 1974 con una serie de artículos sobre la Dehesa. Sus textos destacaban por el tono desenfadado, crítico y reivindicativo, ofreciendo una perspectiva más claramente ecologista que el resto de columnas del diario:

¿Autoriza la ausencia de puericultores a tirar los niños por la ventana? Parece que no. Sin embargo, la falta de ecólogos y de preocupación ecológica ha sido esgrimida por el señor Cano Lasso para disculpar la urbanización del Saler.

Josep-Vicent Marqués, «Cuando no había ecólogos o las razones de un desguace». Las Provincias, 13 de junio de 1974.

Los textos de Marqués, que serían el inicio de una larga relación del sociólogo con el columnismo, destacan por su ironía y sentido del humor, pero también por la utilización de recursos literarios y narrativos. Estos componentes hacían de los artículos de Marqués textos de gran capacidad comunicativa, amenos y atractivos para el lector. Ejemplo de esto sería su primer artículo en Las Provincias:

«¿No havien ecòlegs?» [sic], pregunto a mi padre, ya que por los primeros sesentas era yo un joven irreflexivo ignorante del estado de la ciencia econógica [sic].

«I què es exactament un ecòleg?» Explico que, bueno, en sentido amplio un ecólogo es un señor que dice que es una burrada cargarse los pinos. En sentido estricto debe decir más cosas, pero en resumen es eso.

Entonces el padre de uno asegura que ya lo cree que había miles de ecólogos valencianos y que él mismo, sin ir más lejos, y a pesar de sus muchas horas de oficina, debía también ser un ecólogo, porque siempre había dicho que era una burrada cargarse los pinos.

En consecuencia, parece razonable sospechar que donde no había ecólogos era en el Ayuntamiento.

Josep-Vicent Marqués, «Tres miradas sobre el Saler». Las Provincias, 13 de junio de 1974.

De haber continuado su colaboración –que se interrumpió en julio de 1974 al publicarse País perplex, un libro donde sociólogo no dejaba muy bien parado a José Ombuena– sus artículos podían haberse convertido en pioneros del columnismo ambiental en el Estado español. Mientras que el resto de colaboradores que se ocuparon de El Saler lo hicieron de una forma transversal o alternando con otras cuestiones, Marqués fue el único que se ocupó solo de este tema.

Después de los tres artículos iniciales de Marqués bajo el epígrafe «Tres miradas sobre el Saler», este continuará su colaboración con sus «Cartas sobre el Saler». De la misma manera, escribirán Ricardo Bellveser, Trinidad Simó, Damià Mollà o Juan Antonio Calabuig, entre otros, y el periódico irá dando cabida a escritos de los lectores fuera de la sección de cartas al director a causa del volumen de escritos recibidos. Así, será normal que se encuentren los textos de los lectores junto a la columna de Francisco Pérez-Puche, como si se tratara de artículos de opinión de colaboradores.

Como muestra, solo en el mes de junio de 1974, en el momento álgido de la polémica, se publicaron las siguientes piezas: 19 artículos de opinión –entre ellos un editorial–, 3 portadas del diario, 9 noticias, una entrevista y 10 cartas al director. En total 41 piezas sobre El Saler en 30 días.

La cobertura del diario estuvo acompañada por una movilización popular, a través de convocatorias clandestinas y pintadas en la ciudad, pero también con la recogida de más de 15.000 firmas, la participación del Colegio de Arquitectos con una exposición reivindicativa o la campaña de AEORMA. Todo esto obligó al Ayuntamiento de Valencia a reconsiderar la urbanización, en respuesta a la demanda social canalizada por el diario valenciano.

La opinión de los biólogos

Los artículos de María Consuelo Reyna y las crónicas de Pérez Puche, que se encargaba de la actualidad local, dedicados a la urbanización de El Saler iban acompañados de una amplia cobertura informativa, con entrevistas a políticos y biólogos, como Miguel Gil Corell:

Más que de pinos hay que hablar del ecosistema como conjunto natural. El valor de este ecosistema, en estos momentos, es cero. […] Este ecosistema natural y típico, y al mismo tiempo escaso en la zona mediterránea, ha perdido, de momento, su valor natural y paisajístico. Como asociación mixta de maquis [sic.] y sotobosque esclerófilo mediterráneo, se ha destruido.

Miguel Gil Corell entrevistado por De Diego. Las Provincias, 29 de junio de 1973.

De esta manera, la falta de conocimientos científicos de los periodistas se suplía con la incorporación de entrevistas a biólogos o con la inclusión de artículos de especialistas en urbanismo, ecología, etc. El biólogo Ignacio Docavo también colaboró esporádicamente con el diario sobre diversas cuestiones ambientales y ecológicas a través de artículos de opinión con un marcado tono divulgativo:

Doñana, el delta del Ebro, la Albufera de Valencia y las Tablas de Daimiel constituyen importantes plataformas migratorias para especies de aves de los hábitats nórdicos, las que vienen a nuestras latitudes templadas huyendo de los rigores invernales para buscar aquí cobijo y alimento. Incansables, guiadas por instintos maravillosos, viajan de día o durante la noche recorriendo miles de kilómetros, surcando los espacios infinitos del cielo en busca de la seguridad, de la esperanza que representan para ellas nuestros pantanos, lagos y marismas.

Ignacio Docavo. «La muerte llegó a Doñana». Las Provincias, 26 de septiembre de 1973.

Edificis que es van construir i que no es van poder enderrocarEntre los temas que trató, destaca la cuestión de la Albufera y de las zonas húmedas. Paralelamente a la urbanización de El Saler, la Albufera también era un tema recurrente del diario:

La Albufera agoniza, y yo personalmente opino con otros muchos biólogos que no es posible ya salvarla de la muerte biológica. Desde luego, si se hace un gran esfuerzo quizás se podría volver el lago a la vida, cosa desde luego difícil, costosa y compleja.

Esto es una clara muestra que la biosfera se deteriora gravísimamente y que nosotros, integrados plenamente en esta capa viva, caminamos, junto con mamíferos, aves y peces, a nuestra rápida aniquilación.

Ignacio Docavo. «De Doñana a la Albufera». Las Provincias, 30 de septiembre de 1973.

No obstante, la Albufera quedó en un segundo plano ante la cuestión de El Saler, sobre la cual Docavo también escribirá en alguna ocasión. Con estos artículos, Las Provincias proporcionaba una visión más científica de la polémica, más allá de la vertiente ciudadana y política.

Edificis que es van construir i que no es van poder enderrocarRecuperar el Saler

Tras la campaña mediática y cívica, con su máxima intensidad en el verano de 1974, el proyecto de la urbanización fue progresivamente revocado para finalmente ser abolido en 1977. Fueron ya los gobiernos democráticos los que desarrollaron la recuperación de la Dehesa. Se encontraron con una duna y un bosque destrozado por las obras de conexiones y servicios que ya se habían realizado. Comenzaba así un proceso que, aunque no se pudo llevar totalmente a cabo –aún hoy quedan bloques de apartamentos como testimonio de lo que pudo ser la Dehesa– sí que ha tenido resultados importantes y ha permitido conservar este bosque a pocos kilómetros de la ciudad de Valencia.

Edificis que es van construir i que no es van poder enderrocar

Tot i que la urbanització es va paralitzar finalment i la zona es va poder recuperar i protegir, encara avui són visibles des de diferents punts del Parc els edificis que es van construir i que no es van poder enderrocar. / J. Monfort, A. Mateu

Lo que empezó como una reivindicación de lo público, bajo el lema El Saler per al poble, acabó convirtiéndose en el primer movimiento ecologista valenciano –y también en uno de los primeros del Estado– y propició que por primera vez en la prensa se realizara un tratamiento informativo de envergadura sobre una cuestión ambiental facilitando la reflexión sobre la necesidad de conservar nuestro entorno natural.

Que la Albufera y la Dehesa estén hoy protegidas es una consecuencia de aquella primera movilización ciudadana y mediática. Las Provincias, a través de sus principales columnistas, consiguió paralizar lo que habría sido sin duda el final de la Dehesa y muy probablemente del lago de la Albufera.

Bibliografía

Mateu, A. y M. Domínguez, 2011. «Inicios del columnismo ambiental en la prensa española. La campaña de "Las Provincias" sobre la urbanización de El Saler (Valencia, España)»Zer. Revista de Estudios de Comunicación, 30: 171-187.

© Mètode 2011 - 70. Cuando se quema el bosque - Número 70. Verano 2011