Jóvenes, salud y redes sociales

Instagram como herramienta de investigación en la comunicación de la salud

doi: 10.7203/metode.6.6555

Instagram, salud y redes sociales

La comunicación es clave en el ámbito de la salud, e incrementa su importancia con la era digital. Internet y los nuevos mass media se han convertido actualmente en herramientas básicas de comunicación, y son incluso imprescindibles cuando hablamos de la juventud. Escasos son los jóvenes que, en nuestro contexto occidental, no tienen hoy en día un teléfono móvil de última generación con el que comunicarse, acceder a las redes sociales y compartir sus vivencias instantáneamente con sus amigos. La incorporación de herramientas comunicativas como Instagram al trabajo de campo en salud juvenil presenta toda una serie de retos y de potencialidades para la investigación social en salud, ya que nos permite acercarnos al mundo adolescente y enriquecer así la investigación etnográfica.

Palabras clave: juventud, malestares emocionales, innovaciones metodológicas, autogestión de la salud, Instagram.

La proliferación del uso de dispositivos digitales va en aumento y afecta a nuestro contexto de forma cada vez más variada e intensa. La instauración de Internet como herramienta cotidiana de comunicación introduce cambios en las formas de comunicarnos. El desarrollo y abaratamiento de tecnologías digitales junto a la extensión de internet, así como la simplificación de su uso, permite que la gente se anime a producir y compartir sus propias creaciones de formas diversas (Ardévol, Roig y Gómez-Cruz, 2010). Dentro de este nuevo entorno encontramos un amplio abanico de herramientas que se configuran como nuevos medios de comunicación social, de producción, distribución y consumo que están al alcance de una gran cantidad de gente. Aun así, la aceptación y acogida de estos medios por los diferentes grupos sociales es diversa, y varía en función de factores socioculturales.

El grupo de edad que mejor se adapta a este avance tecnológico y más rápidamente lo incorpora como parte de su forma de entender la vida y de estar en el mundo es el colectivo de adolescentes y jóvenes (Purita, 2015; Rubio, 2010). La curiosidad por este medio, unida a la multiplicidad de facilidades de comunicación, practicidad y ocio ilimitado que ofrece congenia a la perfección con el modo de ser y sentir el mundo en esta etapa vital, en la que la comunicación y la sociabilidad son básicas para entender y compartir los propios mundos vitales. Pocos son los jóvenes que, en nuestra sociedad, no disponen de un teléfono móvil de última generación con el que comunicarse, acceder a redes sociales y compartir sus vivencias de forma instantánea con sus amigos. El teléfono móvil ocupa un papel central en la vida en lo referente a herramientas tecnológicas, y participa de forma continuada y casi omnipresente en la gestión de las relaciones (Wood, Bokowski y Lis, 2015). Se utiliza para comunicarse tanto de forma oral y escrita como visual, ya que dispone de herramientas y aplicaciones multimodales que permiten ampliar la sociabilidad y transformar los patrones sociales de relación, estatus e incluso de visibilidad (Ito, Okade y Matsuba, 2005; McIntosh, 2010) proveyendo de nuevas formas de intimidad.

«El teléfono móvil ocupa un papel central en la vida en lo referente a herramientas tecnológicas, y participa de forma continuada y casi omnipresente en la gestión de las relaciones»

No se puede obviar el papel que este tipo de dispositivos, así como sus usos y desusos, representa en la forma de ser y estar en el mundo (Best, Manktelow y Taylor, 2014). Es por eso que en los últimos años han proliferado los estudios centrados en estas herramientas. Trabajos como el de Van House, Davis, Takhteyev, Ames y Finn (2004) evidencian el surgimiento de nuevos marcos de comunicación culturalmente reconocidos que se reconfiguran continuadamente, gracias en parte a la incesante actualización e innovación tecnológica, la cual aporta cada vez formas más diversas de comunicarse. De hecho, la incorporación de la cámara digital a los teléfonos móviles facilita nuevas formas de comunicación y accesos a la información que están íntimamente ligados con las visiones cotidianas y personales de sus usuarios, lo que favorece la emergencia de continuas innovaciones.

Nuevas formas de acercarse al estudio de la salud

Estas innovaciones plantean retos que hay que tener presentes. Como investigadores tenemos que saber adaptarnos a la realidad que nos rodea y aprovechar las posibilidades que ofrecen estas tecnologías para investigar, lo cual es más necesario e interesante aún cuando trabajamos con gente joven. El objeto de estudio que aborda este artículo es el proceso de autogestión de los malestares emocionales en jóvenes. Este proceso incluye todo el cúmulo de representaciones y prácticas que los jóvenes emplean para entender, atender y solucionar sus sufrimientos emocionales (depresivos y ansiosos).

Atendiendo al punto de vista metodológico, se tomó la decisión de iniciar la identificación y el análisis de las formas de autogestión empleadas por la gente joven mediante lo que hacen y dicen los propios sujetos. El análisis de las estrategias propias de autoatención referidas por los jóvenes y del proceso llamado la «carrera del enfermo» (Barragán, 2005) permite identificar la mayoría de formas de atender el sufrimiento y el malestar que intervienen dentro de un contexto determinado. Este abordaje metodológico posibilita a los investigadores observar el uso articulado, relacional, que se hace de los saberes profesionales y profanos.

«El uso de una herramienta como Instagram aporta información que no se podría obtener empleando los sistemas clásicos y estáticos de recogida de datos»

La autogestión del malestar emocional es un proceso estructural constante y en modificación continua. Existe toda una serie de sufrimientos que el sujeto experimenta y autogestiona en su día a día. Ante estos sufrimientos puede o bien no hacer nada, o comentarlos con alguna persona, dejando que sea el tiempo quien los solucione, lo cual también forma parte de las prácticas de autogestión del malestar (Menéndez, 2009). Es por eso que resulta tan interesante abordar este fenómeno mediante herramientas metodológicas que proporcionen un flujo de información continuada. El uso de herramientas que posibilitan una recopilación de datos profunda y puntual, como es el caso de las entrevistas en profundidad y los grupos focales y de discusión, permite extraer gran cantidad de información e ir descubriendo paso a paso nuevas categorías analíticas, así como crear un buen vínculo con los informantes. Pero el uso de una herramienta como Instagram aporta información que no se podría obtener empleando los sistemas clásicos y estáticos de recogida de datos.

Instagram, com que és una eina interactiva d’intercanvi continuat d’informació, permet veure i analitzar tant els fluxos de comunicació com els canvis i variacions que es donen en els estats d’ànim dels informants de manera instantània. Aquesta particularitat d’Instagram mostra quines són les estratègies d’autogestió emocional emprades pel jovent, i la manera com aquestes es modifiquen al llarg del temps. En l’abordatge d’un objecte d’estudi com aquest esdevé clau el paper que representa la comunicació, perquè les narratives i discursos de malestar que el jovent crea i reconfigura al llarg de la seva vivència aporten informació crucial per arribar a comprendre millor el fenomen. Però les narratives, tal i com s’observa amb el sorgiment d’aplicacions com Instagram, ja no són només orals, sinó també escrites i visuals; així doncs, resulta interessant emprar eines metodològiques com aquesta per tal de nodrir la recerca amb la riquesa de canals i modes de comunicació que el jovent empra.

«Los jóvenes compartían cosas más íntimas online que offline, debido a la discreción que este primer canal ofrece»

Ante el debate sobre el binomio online/offline, nos posicionamos como partidarios de las aportaciones críticas hechas por autores como Carter (2005) y consideramos que las relaciones online y offline están imbricadas y forman parte integrante de una misma realidad. Así se observó durante un período en el que se realizó una observación participante en un campo de trabajo con adolescentes en Cataluña. Se vio que, en el mencionado contexto, el teléfono móvil ocupaba un lugar central en la vida de los jóvenes y se evidenciaron las diferentes maneras que tienen los jóvenes de relacionarse entre ellos en el plano físico y virtual. Se observó que, mediante Instagram, se crearon subgrupos diferenciados en los que se daban relaciones y diálogos diferentes a los que paralelamente se producían en el plano físico. Los jóvenes compartían cosas más íntimas online que offline, debido a la discreción que este primer canal ofrece. Y fue en aquel momento cuando surgió la idea de introducir esta herramienta de recogida de datos en la investigación sobre el proceso de autogestión de los malestares emocionales.

Instagram como herramienta de campo

Instagram y salud

Instagram es una aplicación gratuita para iPhone y Android que permite hacer fotografías y vídeos muy breves, modificar estos contenidos y compartirlos en las redes sociales como Facebook, Twitter, Flickr o la misma Instagram. Esta aplicación apareció en el mercado en octubre de 2010 y actualmente cuenta con más de 400 millones de usuarios en todo el mundo.

Instagram es una aplicación gratuita para iPhone y Android que permite hacer fotografías y vídeos muy breves, modificar estos contenidos y compartirlos en las redes sociales como Facebook, Twitter, Flickr o la propia Instagram. Esta aplicación salió al mercado en octubre de 2010 y actualmente ya suma más de 400 millones de usuarios en todo el mundo (Instagram, 2015). Instagram es la red social que más crece entre los usuarios españoles (Purita, 2015), y la segunda red social más empleada por la juventud, por detrás solamente de Youtube (Forbes, 2015). Poder captar los instantes cotidianos, junto a la posibilidad de añadir comentarios a las imágenes hace de esta aplicación una herramienta versátil de comunicación, que ofrece una nueva gama de posibilidades para acercarse a la realidad que se investiga. Al ser una aplicación interactiva muy extendida entre los jóvenes, y además gratuita, es fácil incorporarla como herramienta complementaria en el trabajo de campo.

El hecho de no poder complementar las narrativas de malestar de los informantes con material visual que permitiese mostrar cómo sienten, piensan y viven los jóvenes su malestar emocional y las estrategias que emplean para autogestionarlo se percibía en nuestra investigación como una carencia. Nos gustaba la idea de Cárdenas de emplear «la imagen entendida como una herramienta, como una fuente, como un proceso (de representación, reflexión, investigación, sistematización) en la que existe la opción de que los documentos visuales sean abiertos, detonadores, reciclables» (Cárdenas, 2006), trabajar con la imagen empleando metodología participativa que hiciese que los propios jóvenes fuesen parte proactiva del proceso de investigación. La imagen permite construir una representación del mundo basándose en la imitación de la realidad, dado que ordena de forma implícita un discurso entorno de sí mismo, narrativizando de esta manera la realidad. El uso de imágenes nos ofrece una «documentación visual de registros culturales que compone un elenco de datos cualitativos» (Pereira da Silva y Pires, 2008). Así pues, si el objetivo de esta investigación era trabajar sobre la autogestión del malestar emocional en la juventud a partir de sus narrativas, dejar de lado el uso de la narrativa visual representaba una pérdida de información. El uso de Instagram como herramienta de recogida de datos no es ajeno ni intrusivo para la juventud, ya que está acostumbrada a emplearlo para compartir emociones visuales cargadas de afectividad. El uso de esta herramienta se configura así como una nueva práctica de sociabilidad y comunicación, lo que facilita en gran medida introducirla como herramienta de recogida de datos.

Las imágenes son parte del proceso de configuración como individuos, del mundo emocional, y «forman parte también de nuestra realidad interna, forman nuestra subjetividad» (Ardévol y Muntañola, 2004). Si además las imágenes son creadas por la propia gente joven, estas serán no solo un reflejo de su mundo sino también de su realidad más vital, de lo que piensan y sienten que son. Es por tanto interesante para esta investigación la inclusión de la comunicación visual mediante el uso de fotografías, ya que amplía los canales y modos de comunicación y permite expresar y compartir las vivencias, percepciones y discursos entorno a su salud emocional de formas que les resultan cotidianas y próximas.

Ventajas de incorporar Instagram a las técnicas clásicas de investigación

En el contexto mediático actual, los viejos y nuevos medios se interrelacionan continuamente y surgen intersecciones entre estos y los diferentes actores sociales. Articular las metodologías clásicas junto con las nuevas aportaciones tecnológicas permite nutrir la investigación con las ventajas que ambas ofrecen. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) modifican la realidad y, como investigadores, no podemos permanecer ciegos a estos cambios. Esta nueva circunstancia plantea un nuevo desafío a los investigadores: incorporar a la práctica profesional nuevas formas de acercarse a la realidad social y de observarla (Pichardo Galán, 2008).

Con la llegada del móvil con cámara y de las aplicaciones como Instagram, la posibilidad de crear material de autorrepresentación aumenta, ya que la incorporación de Internet, junto con los dispositivos que engloba, ofrece un marco excepcional para acercarse a estas miradas. La autorrepresentación permite explorar los géneros reflexivos y autobiográficos, y se configura como una vía de acceso a la subjetividad de los informantes que permite elaborar un contenido más pleno de significados para el sujeto (así como de significados compartidos dentro de los mundos intersubjetivos en yuxtaposición). El uso de estas técnicas favorece además la participación de los informantes en el proceso de investigación. Facilita que los jóvenes pasen de ser sujetos pasivos a ser sujetos empoderados que construyen sus propias formas de representación. Así pues, esta es una de las verdaderas potencialidades de aplicación de las herramientas comunicativas (Cárdenas, 2006). La horizontalidad comunicativa es una ventaja ligada al proceso participativo. Permitir que los informantes formen parte activa del proceso de investigación posibilita romper con la jerarquía entre el entrevistador y el entrevistado y permite, así, trabajar en un mismo plan cooperativo en el que etnógrafo e informante se comunican horizontalmente. Gracias a la horizontalidad se pueden crear mejores vínculos y mayor confianza, así como conseguir que el informante se sienta más cómodo, valorado y motivado al verse como parte integrante de un modo más activo.

«La tecnología tiene cada vez una mayor presencia en la vida y su uso aplicado al campo de la investigación presenta una amplía gama de posibilidades»

El flujo de información continuada y la interactividad son otras ventajas relevantes. Gracias a aplicaciones como Instagram, el hilo comunicativo entre investigador e investigado se mantiene conectado y actualizado. La cantidad de información que se puede recoger se incrementa, se enriquece la calidad de la comunicación, y aumenta la proximidad con los informantes.

Pero existe incluso una ventaja mayor que hace de Instagram una herramienta destacada para trabajar con jóvenes y salud: permite superar las limitaciones de tiempo y espacio. El hecho de poder crear grupos focales virtuales continuados mediante esta herramienta digital presenta una potencialidad que favorece el trabajo de campo etnográfico, y que ahorra, tanto al investigador como a los informantes, tener que hacer desplazamientos largos, costosos y continuados. El teléfono móvil es uno de estos objetos «móviles inmutables» (Latour, 1992) que pueden transportarse de un lugar a otro mientras su información permanece, y eso hace que sea de gran utilidad para actuar a distancia. Se convierte así en un espaciador «ya que acentúa y posibilita la coexistencia entre espacios y grupos distintos y distantes» (Lasén Díaz, 2006). Los jóvenes están más acostumbrados a los medios audiovisuales que a los textos escritos o a los discursos verbales abstractos y sin imágenes (Lisón Arcal, 1999), y son expertos tanto en el uso de la cámara del móvil como en el de esta aplicación. Así pues, contar con unos informantes expertos en el uso de la técnica de recogida de datos permite obtener cantidad y calidad de material sin necesidad de estar físicamente en el campo. La ventaja que representa este hecho cuando se trabaja en el área de la salud es todavía mayor, ya que trabajar en el ámbito de los malestares emocionales permite obtener datos que no podrían recogerse de otra manera. Los jóvenes viven situaciones de malestar emocional a lo largo de sus vidas en diversos momentos, tanto cuando están en grupo como cuando se encuentran solos en casa. El uso de Instragram ayuda a que los jóvenes compartan estos momentos de desazón con el investigador y con el grupo de informantes de forma inmediata, y les posibilita así compartir y expresar la vivencia de malestar en el mismo momento en que este se produce, y no solo retrospectivamente. La percepción del malestar emocional y el consiguiente discurso explicativo que lo acompaña pueden mutar con el tiempo, repensarse y reconstruirse a medida que el tiempo y la vivencia avanzan. Es por ello que disponer de una narrativa de malestar in situ y de otra a posteriori enriquece la investigación, ya que permite, a partir del análisis comparativo entre ambos discursos, comprender mejor el proceso de malestar emocional vivido por la juventud.

Conclusiones

Instragram y salud

El uso de Instagram como herramienta de recogida de datos no es ajeno ni intrusivo para la juventud, ya que está acostumbrada a emplearlo para compartir emociones visuales cargadas de afectividad. El uso de esta herramienta se configura así como una nueva práctica de sociabilidad y comunicación, lo que facilita en gran medida introducirla como herramienta de recogida de datos.

La tecnología tiene cada vez una mayor presencia en la vida y su uso aplicado al campo de la investigación presenta una amplía gama de posibilidades que, como científicos, tenemos que saber aprovechar. A pesar de que el mundo digital no sea nuestro objeto de estudio, igualmente podemos servirnos de él para enriquecer nuestra práctica antropológica e incorporar el uso de nuevas tecnologías como estrategia metodológica y como herramienta para mejorar la comunicación con los informantes y la producción de material empírico de investigación.

La propuesta que aquí se plantea pone el énfasis en la importancia de la comunicación en el proceso de investigación en el campo de la salud, a la vez que promueve la integración y la articulación de herramientas y metodologías clásicas y nuevas tecnologías y medios de comunicación para conseguirlo. Internet se ha convertido en un agente copartícipe en el proceso de construcción del conocimiento y de las relaciones, el cual hay que tener presente, más todavía cuando se trabaja con jóvenes. Los cambios que este medio implica favorecen la reflexividad hacia nuestra práctica profesional y nos invitan, como investigadores, a explorar las posibilidades que la combinación de lo «clásico» y «nuevo» ofrecen en investigación.

Estas herramientas metodológicas presentan múltiples ventajas, como integrar más fácilmente la antropología visual en nuestra investigación, ampliar la variedad de vías de expresión y comunicación nutriéndonos de su riqueza, variedad y creatividad, y salvar las limitaciones impuestas por categorías básicas de pensamiento como el tiempo y el espacio al permitirnos realizar «grupos de discusión virtuales continuados» que nos ofrecen cantidad y calidad de información que no podemos recoger mediante herramientas metodológicas clásicas.

Las potencialidades más destacadas que el uso de esta aplicación ofrece en investigación en salud juvenil son: la participación y colaboración de los informantes; la promoción de la horizontalidad en las relaciones y en la comunicación investigador/investigado; el aumento y enriquecimiento del flujo de información; la posibilidad de mantener una interacción continuada y permanente tanto entre los informantes como entre informante y etnógrafo; y la superación de las limitaciones espaciales en el trabajo de campo.

Cuanto más diversa, amplia y enriquecedora sea nuestra relación comunicativa con nuestros jóvenes informantes, mayor será la cantidad y calidad de información que compartirán con nosotros, y por tanto mayores serán los datos de los que dispondremos para realizar nuestra investigación. Cuando se habla de salud juvenil, y más concretamente del fenómeno de la autogestión de los malestares emocionales, son numerosos los vacíos de información que pueden encontrarse. Crear un buen vínculo, con una relación dialógica basada en la horizontalidad y la reciprocidad entre investigador e investigado, se convierte en clave para poder llenar los vacíos mencionados. Y es en este punto en el que emplear una herramienta comunicativa dialógica de nueva generación como Instagram puede ayudar. Tenemos que conocer a nuestros informantes, acercarnos a su mundo y adaptarnos a sus formas habituales de comunicarse para facilitarles al máximo la expresión de sus vivencias y angustias emocionales. Como investigadores no tenemos que limitarnos en nuestra creatividad y en nuestras posibilidades de análisis. Por eso es fundamental reflexionar sobre estas cuestiones planteadas en pro de futuras producciones etnográficas.

REFERENCIAS

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© Mètode 2016 - 88. Comunicar la salud - Invierno 2015/16

Antropóloga médica. Departamento de Antro­pología, Filosofía y Trabajo Social de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) donde actualmente realiza el doctorado. Especialista en juventud, emociones y drogas. Es autora de varios trabajos científicos y técnicos sobre juventud, adolescencias, emociones, drogas, salud mental e investigación-acción participativa [email protected]